marzo 12, 2008

Mi primer viaje, mi primera experiencia. K a t e r i n e

Febrero 9, 07 las 9 AM.
Cada movimiento evidencia el peso que carga el estomago, el peso que carga también la mente ante tan gran experiencia, los temores por que resulte y por las expectativas del viaje.

Sin pensar y tratando de concentrarme, siento a quien está a mi lado, a pesar que la experiencia nos afectará de manera diferente estamos en la misma situación de vulnerabilidad en este viaje, compartirla con él es tan importante porque con nadie más
sentiría la seguridad y la protección que su compañía. Sin buscarlo nuestras manos se juntas como deseándonos lo mejor entregándonos energía y fuerza. Eso ayuda a calmar la ansiedad y los nervios que se han apoderado de mi cuerpo.

Pasan los minutos, horas, la verdad no lo sé, el tiempo ya no es tiempo, no hay minutos antes, no hay minutos después, ni siquiera hay un ahora, el tiempo no existe, y mis pensamientos van iniciando un camino que no tiene vuelta, una camino a mi interior a mi existencia a mi vida.

Me concentro en pedirle a Dios que me ayude a obtener las respuestas y que pueda al mismo tiempo mostrarme la manera de retribuirle a la naturaleza por la gran oportunidad que tengo. Tratando de concentrarme y de invocar con el corazón y la mente los deseos por el viaje, las respuestas y el resultado final entre los cánticos y mi canto interno me fui adentrando, a través de arco iris que parecen explotar y luces de colores que bailan al ritmo de mi pensamientos y las melodías y los tambores que suenan a lo lejos, en imágenes reales, en momentos importantes, en una vida ya vivida y que hoy vuelvo a recuperar. Las primeras imágenes son recuerdos, en la medida que las visiones pasan la sensación es volver a vivir aquellos recuerdos, sonrisas se expresan en mi rostro, alegrías vividas, recuerdos olvidados, aventuras recorridas, sueños cumplidos, todo parece estar sucediendo ahora, sin embargo, las imágenes comienzan a pasar cada vez mas rápido y más y más... y quiero detenerme en ellas, volver a vivirlas, pero no puedo, trato de agarrar con la manos las fotografías y no las alcanzo.
Mi papá, veo su imagen y me habla a lo lejos... me da fuerza y me invita a dejar mis miedos y a mirar hacia mi interior, a amar, a desear y a luchar sin temores. Se siente tan tranquilo, es muy emocionante saber que puedo comunicarme con quien perdí hace ya muchos años, mi padre. A pesar de tan bella conexión con él, las imágenes de mi vida pasa tan rápido que no logró controlar tantos mensajes, me comienzo a desesperar, me angustia, no se que pasa, mi cuerpo siente un gran dolor y mi alma una gran tristeza.
Pasan las imágenes y de repente me veo y me siento en medio de la selva, varios indios entonan cánticos y tocan tambores mientras otros bailan, mi cuerpo ubicado en el centro de un círculos formados por estas personas se retuerce de dolor, de miedo, de sufrimientos que consiente jamás hubiera querido volver a vivir. Lloro por mi, sufro por mi. A pesar que todo esto me tiene atrapada, me encuentro consiente de la realidad, con mucho esfuerzo estiro mi mano y le pido ayuda a Antonio, cuando lo toco, siento como si me salvara de caer, de morir, sin embargo ésta gran energía me absorbe y no logro despertar de tan doloroso viaje, Antonio me suelta porque el logra sentir el dolor que estoy sufriendo.
A ratos logro salir de este huracán de fuerzas que me atrapan y me encuentro viviendo otras situaciones, donde los símbolos son extraños y por momentos inentendibles, sin embargo, también placenteros, y llenos de significados. Pasaron las horas y las horas, sin darme cuenta mi cuerpo, mi mente y mi espíritu se van despertando y vuelvo a sentir en mi estomago, éste ser viviente, "El Jaguar" que intenta salir, pero el tornado de imágenes me intenta tragar y mi mente quiere salir, todo esto se transforma en una guerra, el dolor se agudiza, la respiración y el sudor en mi piel comienzan a manifestar el cansancio y la lucha que he tenido en el viaje más la sensación de vomito, que por recomendación de nuestro guia teníamos que evitar devolver por el mayor tiempo posible.
Sin embargo no es mucho, o no lo se, ya que el tiempo no existe, y no puedo evitar vomitar. Luego de eso intento levantarme, pero a pesar de ya no tener el Ayahuacas en mi interior, aún siento sus efectos, me arrastro hasta la entrada porque el calor y la sed no me dejan respirar y sin entender aún porque había pasado y había vivido todo ese dolor, solo quiero salir y respirar aire puro.
En el momento en que me encuentro intentando salir, llega nuestro guia para acompañarme y calmar mi angustia y mi llanto, me dice que me tranquilice que salga y respire, tome solo agua, me trae un te y me pide que me calme, hasta que ya los efectos del Ayahuasca se hayan pasado.
A pesar de tan duro viaje en la medida que me iba despertando, mi cuerpo, mi alma y mi espíritu van sintiendo un paz indescriptible, una tranquilidad y placer etéreo que jamás había sentido. Ahí me di cuenta que todo el sufrimiento no era sino un mecanismo de aprendizaje, de cerrar ciclos y no volver atrás sino mirar hacia adelante, entre muchas otros significados que con el tiempo he ido descifrando.