febrero 07, 2008

Nuestra experiencia, nuestra historia, nuestros viajes.

P r i m e r a p a r t e


Abrimos éste relato escribiendo entre dos, con las dificultades y las virtudes que éste ejercicio puede acarrear. Todo en ésta vida tiene un precio. Todo cuesta algo aquí y ahora, o allá y después. Cuando por primera vez supimos de la opción de tomar Ayahuasca, vinieron varias ideas a nuestras mentes: Chamanes, ollas hirviendo, serpientes, jungla, espíritus y hasta espíritus de brujas, o extrañas y criaturas mitológicas. Es todo parte de una gran imaginación colectiva, llena de fantasía o de prejuicio, hasta el momento en que efectivamente se opta por transitar el camino.

Nunca falta nadie en éste mundo. De la persona que podría adentrarnos en los terrenos supimos a través de la prensa, en un reportaje informativo, hacia el final del cual figuraban algunos datos de contacto. El menos escéptico de nosotros le escribió un correo electrónico; después de unos 3 meses, obtuvimos respuesta. Nos reunimos en algún lugar de Santiago hace algo más de un año, y allí nos explico mucho de la experiencia y de los efectos del Ayahuasca; nosotros por nuestra parte buscamos en Internet y averiguamos mucho acerca de sus efectos y de sus beneficios.

Basta hacer una rápida búsqueda con alguno de los motores en la red con la palabra ‘Ayahuasca’, para apreciar la diversidad de abordajes, científicos y no tan científicos (no por ello deleznables en lo absoluto) en torno al bejuco; Estudiosos e investigadores de gran prestigio académico coinciden en llamarle la “planta curativa del alma”. Para los indígenas “Ayahuasca” significa “la soga de los muertos”, como referencia a la capacidad que te da para comunicarte con el reino de los espíritus y se le asocia un jaguar como exponente de la fuerza interior. Proviene del Amazonas y se cree que se consume desde hace más de 10.000 años.
Es importante saber que el Ayahuasca no es una droga de evasión o alucinógena como la cocaína, heroína, éxtasis, etc. sino como un des-alucinador, un purgante de alma y de espíritu, además de provocar estados curativos, místicos y visionarios. Nada tiene que ver con generar adicción; por el contrario, es un mecanismo más allá de la psicología para tratar y curar las adicciones. Su preparación nada tiene que ver con los procedimientos químico-farmacéuticos del hombre contemporáneo, pues hace siglos que los Chamanes son voces autorizadas para regular su preparación y administración al interior de cada comunidad indígena. Se dice que el Ayahuasca sienta las bases mágico-religiosas al interior de muchas tribus amazónicas.
Las indicaciones tendientes a prepararnos para ésta gran experiencia fueron evitar durante las dos semanas anteriores a la fecha en que realizaríamos éste ritual las carnes de todos tipos, el alcohol, el cigarrillo y las relaciones sexuales. El último día realizar un ayuno de por lo menos 12 horas siendo lo recomendable 24 horas. Además de eso, teníamos que pensar en un propósito para pedirle a los espíritus. La preparación honesta implica seguir la dieta, que preparará al cuerpo, y formular propósitos muy claros a mejorar en la vida personal de forma permanente, así como formular preguntas vitales o incluso pedir uno que otro poder de esos que la naturaleza te podría conceder.
La experiencia propone realizar un sacrificio para obtener los resultados esperados, las respuestas a las interrogantes o la curación a alguna enfermedad del alma o del cuerpo. El nervio y la ansiedad se apoderan de nosotros, sin embargo vamos muy dispuestos y con mucha humildad a realizar este ritual, que nos propone un gran cambio en nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro corazón. Es ahí donde los cambios son profundos y duraderos.

Llegamos al lugar donde tendremos nuestro ritual, conversamos con quien será el guía de nuestro viaje, respetuoso seguidor de la senda de un Chaman Colombiano. Hablamos de lo que esperamos, de nuestros anhelos, de nuestros miedos y de lo que queremos de ésta experiencia. Él nos explica lo que hará, el tiempo que aproximadamente durará y nos desea lo mejor.

La ceremonia está por comenzar; el viaje a nuestro interior también…